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No hay duda de que la sexualidad tiene mucha más diversidad que la que somos capaces de vivir. ¿Por qué? Estamos empeñad@s en vivir una sexualidad estándar y oficial donde se explicita cómo y cuáles deben ser las formas de vivirla.

L@s profesionales de la Sexología llevamos mucho tiempo planteando que la genitalidad no es la única sexualidad existente, que es mucho más amplia y que abarca todo el cuerpo de una persona, incluyendo en éste, desde luego, la mente. 

La capacidad de nuestro cerebro nos hace diferente al resto de las especies y nos posibilita, también aquí, a poder conseguir una vivencia más rica y más variada. Y esto, es cultivable a lo largo de toda nuestra vida.

En un artículo publicado en EL Mundo, Rebeca Yanke habla sobre el orgasmo producido al estimular los pezones y que, además, son las mujeres las que tienen más probabilidad de placer con esta clase de estimulación.

Pero esto no es sólo por la estructuración de los cuerpos. Si no que tiene que ver con siglos que caen sobre nuestros cuerpos y nos condicionan, o llevan, por distintos derroteros. Siempre se ha dicho que las mujeres sentimos el placer más esparcido por todo nuestro cuerpo, y que nuestras zonas erógenas pueden incluir todo nuestro cuerpo. Los hombres, en cambio, localizan más su placer (y por lo tanto, su sexualidad) en los genitales. 

Esto está avalado por esa sexualidad tradicional, genital y heterosexual, que se ha ofrecido como oficial a lo largo de los siglos de la historia, y que tenía como protagonista principal al "hombre". Las mujeres, aquí, también éramos protagonistas secundarias. Nuestra vagina no estaba escondida sólo en nuestro cuerpo, sino que no le dábamos el lugar que le correspondía, no le dábamos el valor que tenía. No era algo propio de mujeres. Eso ha permitido que pudiéramos, a la vez que vamos tomando más forma en el mundo y haciéndonos visibles (y con ello, también, nuestra sexualidad), crear una sexualidad más compleja.

Por ello, hemos cultivado más partes de nuestro cuerpo y somos capaces de disfrutar de ellas. No es que los hombres no puedan, es que con un único objetivo, se han perdido otras posibilidades. 

Ahora, siempre hay tiempo...